viernes, 30 de julio de 2010

Un ambiente seguro para explorar

Los niños que han comenzado a dar sus primeros pasos de manera independiente, ven en su entorno un mundo que debe ser descubierto. En esa misión no existen riesgos para ellos, sólo el deseo innato de alcanzar todo aquello que se encuentre dentro de su campo visual. Será tarea de los padres o de aquella persona encargada de su cuidado, ser guía en esta aventura, procurando siempre el bienestar del infante.

Muchos niños juegan con el significado de la palabra “no” en esta etapa, aunque nunca les resulta fácil aceptarla de buena manera, por que ello significa claudicar su naturaleza aventurera. Cuando la palabra “no” se transforma en una negación casi compulsiva hacia los hijos que buscan satisfacer su deseo exploratorios, se le está coartando una parte crucial de su desarrollo. Esto nos mueve a plantear una primera reflexión como padres: se debe discriminar aquello que no puede manipular por que carece de seguridad para el niño, de aquello que le podría resultar provechoso y que sin embargo le privamos porque nos resulta más cómodo.

Como ya señalamos el niño pequeño no posee la capacidad para distinguir aquellos elementos del entorno que le podrían resultar peligrosos, será nuestra tarea crear un ambiente en el que se pueda desplazar sin riesgos, aunque siempre le resultará insuficiente y querrá expandir este pequeño reino hacia todos los lugares de la casa.

La importancia de desenvolverse en un lugar seguro, está en la confianza que va adquiriendo con esas nuevas experiencias, lo que le permite fortalecer su independencia. Por el contrario, adentrarse en terrenos poco seguros que no puede manejar le puede provocar sentimientos de inseguridad y retraimiento en su capacidad investigadora, acunando un sentimiento de vergüenza y desconfianza en sus propias capacidades.

En ese momento resulta imprescindible fijar algunos límites que permitan al niño moverse con seguridad, al mismo tiempo se le estará entregando un pequeño trozo de realidad al establecer las primeras reglas que debiera comenzar a vivencias como parte de su vida. Sin duda esto provoca frustración y pataletas en el pequeño, y por supuesto angustia en los padres. Los niños distinguen los estados emocionales de sus padres cuando se relacionan con ellos, si somos capaces de transmitir confianza, calma y cariño al niño durante ese episodio de pataleta, probablemente esta tenga un buen desenlace, y el niño finalmente acepte las reglas o límites que fijen los padres. Aunque esto requiere de tiempo y paciencia. Debemos ser claros con los límites, de lo contrario podríamos crear confusión en los pequeños.

Si los niños vivencian la frustración como parte de la vida, naturalmente, que no representa un peligro para su subsistencia, la tolerarán de mejor forma durante las etapas posteriores de su desarrollo, por el contrario evitar episodios de frustración en los niños por que la angustia de los padres es mayor que la pataleta, no ayuda al infante a forjar la tan necesaria tolerancia. Debemos ser pacientes, tolerantes, cariñosos y por cierto, debemos acompañar al pequeño niño en estos momentos importantes de su vida.

El niño que satisface sus deseos exploratorios estará trabajando su capacidad motora, cognitiva, emocional y social. Cuestión que resulta crucial para su desarrollo. Es importante señalar que todas aquellas “actitudes” que adopte el niño durante los primeros años de vida, serán puntos de referencia en su aprendizaje dentro de su desarrollo físico y psicológico.
José Luis Torres.
Psicólogo.